Soy cazador desde que tengo uso de razón, y sé lo que significa cuidar de tus perros: son compañeros, familia y parte esencial de nuestra forma de vivir el monte. Por eso, leer lo que ha pasado en Azuaga me revuelve el estómago.
A este hombre, Antonio Sánchez, lo conocen como el Patilla, y en el taller donde trabaja como mecánico, el Chupa Aceite. Pero en las noticias lo llaman “cazador”. Y eso me duele. Porque lo que hizo no tiene nada que ver con la caza, ni con el respeto que los verdaderos cazadores tenemos por nuestros animales.
Según se cuenta, en junio dejó morir de hambre a 32 perros en su finca. Treinta y dos vidas que dependían de él, y que fueron abandonadas a una muerte lenta y cruel. Algunos quedaron atados con cadenas, otros murieron intentando sobrevivir unos días más alimentándose de los que ya no podían seguir. Los cuerpos se quedaron allí, descomponiéndose, hasta que el Seprona entró la semana pasada.
Para mí, este señor no es un cazador. Es un inhumano que mancha nuestro nombre y da armas a quienes nos critican. Ser cazador es cuidar, respetar y proteger a tus perros, no dejarlos morir así. Lo que él hizo no tiene perdón, ni cabida, en el mundo de la caza.

Cazador mata 32 perros de hambre y sed

Emilio Bomba
Experto en Caza Mayor | + 30 años de experiencia